Cuanto más nos profundizamos en conocer las perspectivas y potencialidades del proceso de Coaching, percibimos que el Coaching es un “humanismo pragmático” que valoriza y prioriza el bienestar integral del ser humano, enfatizando el cuidado de sí mismo, su espiritualidad, calidad de vida y el crecimiento humano (faceta del “Ser”). El Coaching también es un método para mejorar el desempeño y estilo de liderazgo para obtener resultados tangibles y concretos, priorizando la acción antes que las teorías (faceta del “hacer”). Cuidando de que el “Ser” y el “Hacer” se desarrollen perfectamente alineados, en armonía y equilibrio, para que ese crecimiento sea constante a lo largo de la vida. El Coach ayuda a la gente a encontrar soluciones prácticas para los desafíos concretos a los que se enfrenta en su actividad cotidiana: mejorar el liderazgo y la comunicación, aprovechar el tiempo al máximo, lograr objetivos laborales y personales ambiciosos, tener un mejor equilibrio vital, comprender las reacciones emocionales propias y de los demás para aprovecharlas a su favor, desarrollar el pensamiento creativo, superar los daños colaterales del estrés y procurar relaciones armoniosas en su entorno.
El Coaching como profesión es un fenómeno relativamente nuevo en las organizaciones. Muchos líderes están reconociendo los beneficios de incluir el coaching entre sus herramientas de gestión. En lugar de decirle a la gente lo que debe hacer, el Coach actúa como facilitador para que el cliente encuentre sus propias soluciones y las ponga en práctica. Asume que las personas tienen más potencial del que manifiestan en la actualidad y ayuda a desarrollar ese potencial.
Para lograr estos objetivos, hasta hace poco los coaches confiaron en el sentido común, en las técnicas de comunicación de la Programación Neurolinguística (PNL) y en las perspectivas psicológicas (como la psicología conductista y la inteligencia emocional). Es vista de los extraordinarios desafíos que presenta actualmente el mundo globalizado y turbulento en el que vivimos, sea en nuestros hogares, centros de trabajo, ciudades, países y a nivel internacional, este enfoque ya no es suficiente. El Coaching tradicional asume una cosmovisión (por ejemplo: estadounidense o europea occidental) que no es realmente universal. Por ello, actualmente la CULTURA comienza a ser parte importante de este apasionante proceso del Coaching.
Es obvio por tanto; que si deseamos mejorar las condiciones del ser humano, tenemos que ocuparnos más en las perspectivas y diferencias culturales y lo que puede aprenderse de ellas, describiendo las características culturales de países, corporaciones o profesiones específicas. Integrando la dimensión cultural, los Coaches desarrollarán más el potencial humano para lograr objetivos significativos. Así mismo, los profesionales interculturales enriquecidos por el Coaching estarán mejor equipados para lograr su compromiso de ampliar las cosmovisiones de las personas, cerrar brechas culturales y facilitar el éxito en el trabajo entre personas de diferentes culturas.
La cultura es un fenómeno grupal, que en resumen viene a ser la síntesis de los valores y características únicos de ese grupo e incluye tanto conductas observables y no observables como normas, hábitos y creencias implícitas. Por ejemplo: Los occidentales tienden a ser directos y objetivos en su comunicación. Ellos creen que para evitar los malentendidos, es preferible decir directamente lo que se quiere decir, prevaleciendo los dictados de la razón. En algunas oportunidades esto puede percibirse como agresividad. Por el contrario, los orientales han desarrollado formas indirectas de comunicación y confían mucho en las insinuaciones y en los mediadores. Creen que es clave preservar las relaciones armoniosas y “mantener las apariencias”. Confían más en las indicaciones que le proporciona su intuición. Esto podría mal interpretarse como falta de confianza en sí mismos y asertividad.
La cultura tiene un tremendo impacto en toda actividad humana, así por ejemplo: influye en la percepción del tiempo, en como pensamos, nos organizamos, definimos nuestros propósitos, nos relacionamos con el poder etc. El propósito de este artículo es reflexionar y ser más conscientes de las orientaciones culturales de las personas en el desarrollo de cualquier actividad que envuelva relaciones entre personas. Aprender como sus estilos culturales afectan la forma como ejercen el liderazgo y como los estilos culturales de los otros influyen en los resultados de los objetivos propuestos para el grupo.
Las implicancias de la cultura sobre el Coaching no solamente sugieren técnicas para manejar productivamente las diferencias culturales. En esencia es una forma más creativa de practicar Coaching. Mientras que el Coaching tradicional tiende a operar dentro de los límites de sus propias normas, valores y supuestos culturales, hacer Coaching considerando a la cultura como un factor muy importante para su éxito, representa un desafío y lo impulsa a trascender sus limitaciones previas para descubrir soluciones creativas, fuera de los esquemas convencionales.
Como el Coaching procura ayudar a las personas a desarrollar todo su potencial, hacer coaching tomando en cuenta las diferencias culturales posibilita un mejor aprovechamiento de ese potencial a través de la comprensión de las diversas visiones posibles y también mediante la expansión de su repertorio de opciones. El Coaching “Intercultural” no debe considerarse una nueva especialidad del coaching, Si no, un “cambio de paradigma”, una ampliación del enfoque del coaching tal como se viene practicando hasta el presente, para obtener los mejores resultados aprovechando la riqueza de la diversidad y diferencias culturales de los grupos humanos.
Utilizar las diferencias culturales para crear el “efecto palanca” es una actividad proactiva. Se buscan elementos valiosos en la propia cultura y “tesoros” en otras culturas. Los tesoros aparecen en forma de “insights” muy útiles, otras visiones alternativas sobre diversos temas que pueden encontrarse en la infinita sabiduría humana acumulada en el universo a través del tiempo y el espacio. El efecto palanca es la multiplicación de la fuerza que se produce usando las diferencias culturales como un impulsor. En coaching el concepto de efecto palanca es esencial. Significa lograr un resultado (Output) mayor en base a un valor o potencial dado (Input). Para el coaching intercultural el input también está en las diferentes orientaciones culturales de las personas involucradas. La riqueza potencial del grupo reside en las diferencias culturales. De esta forma el proceso de coaching ayuda a lograr un éxito mayor y a superar desafíos complejos.
El uso del efecto palanca asociado a una visión dinámica de la cultura, implica estudiar proactivamente las culturas y buscar maneras creativas para encontrar lo mejor de las diferentes visiones culturales. El efecto palanca se refiere a la construcción de sinergias, a la construcción de una síntesis mayor que la suma de los componentes culturales tomados por separado.
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