Luego después vino la parte mala del asunto, con las tendencias de globalización, los mercados quedaron más competitivos, las nuevas tecnologías facilitan aún más las investigaciones y el desarrollo de nuevos y diversos procesos, dejando a las personas mucho más informadas con otras perspectivas sobre la vida misma. Cosas como delegar el poder, transparencia en la construcción de equipos, la responsabilidad, creatividad, dificultan más el ejercicio del liderazgo. La capacidad de análisis por lo cual la gente es contratada para un trabajo, dejó de ser importante. Los recursos profesionales con los que somos armados en las facultades, ya no son más suficientes para asegurar un trabajo, es decir no existe más estabilidad laboral.
Se requiere de alguna herramienta más poderosa. El Coaching entra a tallar en este nuevo escenario desafiante, que a las finales viene a ser toda una filosofía novedosa de liderazgo gerencial, que invita a la creatividad, la autenticidad y al sentido de entrega total y pertenencia al lugar de trabajo, que los militares bien lo tienen más desarrollado. Mientras que antaño la gerencia aseguraba el cumplimiento de los objetivos de la organización aunque el desempeño no fuera el óptimo. El coaching propone un liderazgo para descubrir y desarrollar el potencial de las personas y obtener su compromiso pleno y voluntario.
El liderazgo y el coaching muy lentamente se han ido incorporando a los programas de capacitación en las escuelas de negocios, y que sería también muy interesante incorporarlos en los centros de formación militar. De la misma forma, las principales consultoras estratégicas ignoraron por mucho tiempo el lado “blando” del liderazgo organizacional, proponiendo planes estratégicos brillantes, pero dejando al ejecutivo y gerente el desafío de lograr que los empleados pusieran en práctica los cambios recomendados, los cuales muchas veces culminaron en enormes frustraciones, si no en un abierto conflicto en la organización.
En la actualidad, aún las corporaciones más rígidas comprenden que los estilos de liderazgo autoritario o paternalista no ganarán la guerra por el talento, ni lograran un mejor desempeño, cualidades necesarias para seguir sobreviviendo en esta nueva realidad de crisis continuas y mutantes. Daniel Goleman investigó “El liderazgo que obtiene resultados” y encontró seis estilos de liderazgo, uno de los cuales es precisamente el Coaching. Su investigación muestra que el coaching tiene un impacto positivo en el entorno de trabajo, lo que a su vez influye sobre los resultados del negocio.
El Coaching ejecutivo incluye el desarrollo del liderazgo personal. Los coaches ejecutivos ayudan a sus líderes, en especial, a crecer demostrando sus propias capacidades y destrezas de liderazgo. La capacidad de los líderes de actuar como coaches forma parte del crecimiento. Organizaciones más modernas esperan que sus ejecutivos sean capaces de actuar como coaches, después de haber completado ellos mismos un proceso de coaching ejecutivo personalizado durante un año. Y si aún así, un líder resulta incapaz de ser un coach efectivo, se establece que el proceso de coaching debe continuar.
Los coaches saben que ni los mejores líderes pueden lograr la perfección en todas las áreas. Por tanto: ¡Bienvenidos a la Humanidad! Un objetivo más realista entonces es: ayudar a los ejecutivos a ser conscientes de sus fortalezas y sus debilidades, para aprovechar las primeras y minimizar las segundas.
Con frecuencia las organizaciones definen su propia serie de competencias que sus servidores necesitan demostrar para alcanzar el éxito generalizado, de acuerdo a los fines que persiguen. Por lo tanto: es recomendable que las mismas exploren este nuevo enfoque de liderazgo basado en coaching, que va a cambiar radicalmente el ambiente de trabajo, donde todos los componentes de la organización resultan ganadores, procurando una mejor calidad de vida a la vez de alcanzar los objetivos de la empresa. ¡Todos felices, todos contentos!
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