Esta es una pregunta que
generalmente se permiten hacerla algunas personas que han conseguido
vencer las dificultades cotidianas del
mundo externo y alcanzado un éxito relativo,
en las metas y objetivos de orden
material que buscamos arduamente a cualquier precio durante nuestras vidas. Cosas
como: un buen empleo, ganar mucho dinero, tener un hogar bien establecido, una
casa muy confortable, conocer el mundo entero y muchos otras facilidades y
placeres que el mundo consumista nos ofrece. Todas ellas siempre son plausibles
de realización en un futuro lejano y que de ser alcanzados algún día… , poco tiempo
después…. quisiéramos abrazar nuevos “propósitos secundarios”, confundidos y
extenuados en medio del desespero y agitación, lejos de alcanzar la plena
felicidad. Las personas que aún están luchando por el pan de cada día tienen
menos oportunidades de permitirse este tipo de cuestionamientos.
El propósito real de
nuestras vidas está mucho más cerca de lo que imaginamos, es más simple y
sencillo que saborear un helado de lúcuma. Pero es difícil de entenderlo,
aceptarlo y practicarlo. El propósito principal de nuestras vidas está dentro
de nosotros mismos, dentro de nuestro propio “templo sagrado”, nuestro Ser Interior. Se trata de permitir
abrir un espacio para que aflore nuestra propia Consciencia, es decir debemos despertar
del sueño prolongado en que nos mantiene la mente y donde nuestra consciencia
tome el comando de nuestras acciones y no interfieran los pensamientos
compulsivos. Despertar a la consciencia es permitir un espacio para que el
poder de la inteligencia universal se manifieste y guie nuestras acciones.
El despertar a la
consciencia es nuestro principal objetivo primario en la vida, esto nos asegura
que el ego, la mente y sus pensamientos
no estarán al comando de nuestro Ser y no causarán mayor sufrimiento en
nosotros y en las personas con quienes convivimos y nos relacionamos. Estar
consciente significa que nuestro SER esta PRESENTE y ALERTA aquí y ahora en
todas las actividades que hagamos, es la única forma de garantizar la calidad
de nuestras intenciones y acciones. Cuando actuamos despiertos, conscientes y
damos toda nuestra ATENCIÖN y cariño a lo que estamos haciendo en este preciso
momento, por mas insignificante que parezca (ejemplo: lavar un plato, subir una
escalera o leer este artículo), de ellas van a emanar un sentido sagrado de
paz, y amor sublimes y serán a su vez guiadas por la sabiduría universal, lo
que garantizará la consecución
natural y tranquila de cualquier
otro propósito secundario o externo del mundo práctico.
En apariencia este juego de
la felicidad es muy fácil de entender y practicarlo, pero es nuestro ego que
juega en el equipo contrario y siempre estará tratando de engañarnos y tomar
control de nuestras acciones, metiéndonos miedo (dudas) en todos nuestros
proyectos, creando pensamientos orientados al futuro, a grandezas materiales y
a todos los deseos de placer efímeros. Cuando pensamos en el futuro dejamos de
vivir ESTE MOMENTO con amor, entrega y aceptación a las circunstancias que se
presentan, sea del tipo que fueran, “buenas o malas”. En cualquier hecho, cosa
o circunstancia siempre esta presente la dualidad de las cosas, es decir un
hecho aparentemente bueno, también trae inmerso su carga negativa. Los hechos
aparentemente adversos deben aceptarse como se presentan con humildad y
resignación, luego después de la primera impresión y dando espacio al despertar
de nuestra consciencia es que tomaremos alguna actitud a ese respecto y verán
que las cosas van a cambiar para mejor y saldremos victoriosos y aliviados.
Con toda esta explicación
de nuestro principal propósito interior que es lo más importante, no estoy
queriendo decir que los objetivos secundarios del mundo externo y manifiesto
(como alcanzar una buena carrera profesional y lucrativa, cimentar una familia
ejemplar y tener una buena red de amigos etc.) no sean también necesarios y de
importancia; Ellas serán la manifestación del Poder del Universo cuando están
alineadas con lo que ES. Estar alineado con lo que ES, no significa que la
persona no va a iniciar cambios o mejoras en su vida material ni que se torne
incapaz de actuar. La motivación para tomar actitudes y decisiones en la vida
vendrá de un nivel más profundo, y no del deseo y el miedo propios del ego. La
sincronización interior con el momento presente abre la consciencia y la coloca
en sintonía con el TODO, del cual el
Ahora es parte integrante. El Todo, la totalidad de la vida, el Universo entra
en acción por intermedio del individuo.
En consecuencia, la cosa
más importante a entender es: nuestra vida tiene un propósito interior y un
propósito exterior, el primero se refiere al Ser y es el principal, el segundo se refiere al hacer y es el propósito secundario.
Encontrar el propósito interior y vivir alineado con él, es la catapulta para alcanzar del propósito exterior. Es la base
para el verdadero éxito. Sin ese alineamiento hasta conseguimos alcanzar
algunas metas con esfuerzo, mucho trabajo, lucha, determinación, viveza y
habilidad. Pero no existe paz, amor y alegría en esos emprendimientos, y ellos
normalmente acostumbran terminar en alguna forma de sufrimiento.