Somos testigos que a diario
aparecen personas en nuestro entorno, sean amigos, familiares, conocidos o
gente muy famosa que a pesar de tener una carrera, empleo, profesión exitosa,
con una posición económica excelente, buena salud etc. etc. …….¿pero?…..siempre
hay un pero, en el fondo de sus corazones existe un vacío, una insatisfacción
profunda en sus vidas. Siempre están queriendo ser alguna cosa más o sentirse felices y lo mas triste de todo es
que no saben lo que quieren; entonces ellos llegan a “contaminar” el ambiente en el que viven,
envolviendo a las personas más próximas, su familia en especial y amigos más próximos,
en una suerte de pesimismo y bajo astral, pudiendo llevarlos a una depresión contagiosa
a ese grupo.
Esta situación se debe
esencialmente a que la felicidad tan buscada y “esperada” la dejamos por cuenta
de acontecimientos o signos materiales externos, futuros y efímeros, ajenos a
nuestro Yo Superior, y no llegamos a
entender lo que en realidad es la
felicidad. Actualmente muchas personas no
quieren saber nada de nada ni de nadie, la interacción personal pasó a un
segundo plano, ahora nos relacionamos más con los juegos electrónicos, a través
de la internet. Creemos que todo lo sabemos y podemos, nos sentimos
autosuficientes y poco humildes. Un consejo o sugerencia de un padre, madre,
amigo o Coach no interesa más. No podemos disminuir el ritmo de vida
globalizado en el que estamos inmersos, muchas veces no dedicamos un tiempo
para una buena lectura, para dar un paseo a solas en silencio y en medio
de la naturaleza, para encontrarse a sí
mismo.
La felicidad es un estado
de ánimo positivo, una sensación agradable que nos impulsa a seguir viviendo
con alegría a cada instante, luego de definir y conocer bien nuestra misión en
la tierra, más allá del fugaz mundo material y consumista. La felicidad al final
de todo depende de una decisión valerosa
de nuestro Yo Superior, sin considerar las argucias que nuestro ego articula a
todo momento para tomar control de nuestro Ser y empujarnos a la desdicha y
eterna melancolía.
Encontrarse a sí mismo,
redescubrir la naturaleza espiritual de nuestro propio Ser, no es un
asunto fácil, es una tarea ardua de toda una vida. Asumir el control de nuestros
pensamientos, palabras y actos tampoco es fácil. Es allí a donde deben
dirigirse nuestras mejores energías. Para realmente redescubrir el real sentido
y felicidad en la vida. Aprender a someter al ego bajo el comando de nuestro
SER, es una batalla individual e interna que tenemos que ganarla, para que
aparezca definitivamente la luz de la felicidad, paz, calma y júbilo eternos.
Lo más importante en todo
este asunto es saber tomar la decisión oportunamente para librarse de aquél
pesimismo, inconformismo y apatía por la vida, que muchas veces lleva hasta el
suicidio en sus formas más extremas de profunda depresión. Trabajar para ser feliz es única
y exclusivamente nuestra propia responsabilidad. No podemos pedir ni
culpar a la pareja, al papá, mamá, hijos, amigos por nuestra felicidad. Ella
depende en parte de la decisión interna de aceptar, tolerar, ser calmos y amorosos con las dificultades que se presentan en la vida
de todo ser humano.
Muchos de los acontecimientos o sucesos externos
simplemente aparecen y no pueden ser
controlados por nosotros, lo único que podemos controlar es nuestro ego y saber
decidir que hacer con los “obstáculos”. Ante una afrenta de alguien en la calle
u oficina, YO decido que hago con ella, que tipo de reacción adopto para
sentirme bien conforme a los valores de la sociedad en que vivimos. Entiendo
bien que el tema de la felicidad es muy complejo, pero tenemos que disfrutar y
trabajar en su búsqueda, no existe otro camino. Cada uno tiene que encontrar su
propia felicidad a su medida sin perjudicar la paz y felicidad de los demás.
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