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jueves, 5 de diciembre de 2013

Semillas de Muérdago No 49: ACEPTACIÓN Y ENTREGA


          Cuando nos rendimos a aquello que ES, volvemos a estar enteramente presentes, el pasado o futuro dejan de tener algún tipo de fuerza. La región del SER, que había sido cubierta por la mente, se abre. De repente surge una gran serenidad dentro de Ud., una inmensa sensación de paz. Y dentro de esa sensación de Paz eterna existe una gran alegría. Y dentro de esa alegría existe amor. Y allí en el fondo está lo sagrado, lo inmensurable, lo que no puede ser nombrado ni descrito. Dios.

          En nuestras vidas, inevitablemente existen ciclos de éxito, cuando todo va muy bien a pedido de boca, pero también existen ciclos de fracaso y pérdidas, cuando los acontecimientos no tienen buenos resultados, conforme lo deseamos. Tenemos que permitir que ambos ciclos  acontezcan y terminen, dando espacio para que nuevas cosas sucedan o se transformen.

      Si nos apegamos a las situaciones actuales y ofrecemos resistencia a los acontecimientos, significa que estamos recusándonos a acompañar el flujo natural de la vida. Es necesario que las cosas acaben, para que nuevas cosas se manifiesten. Un ciclo no puede existir sin el otro. El ciclo descendente es absolutamente esencial para su realización espiritual. Ud. tiene que haber cometido un grave error, o pasado por alguna pérdida profunda, o por algún sufrimiento para ser conducido  casi que por fuerza a la dimensión espiritual. O tal vez su éxito inicial en la vida se  volvió vacío  y sin sentido, transformándose en un fracaso.

          El fracaso está siempre embutido en el éxito, así como el éxito está siempre encubierto por el fracaso. En el mundo de las “formas”, todas las personas “fracasan” más temprano o más tarde, y toda conquista termina en derrota. Todas las formas son temporales.
La mente no consigue aceptar cuando una situación a la cual se apegó cambia o desaparece. Ella va a resistir al cambio. Es casi como si un miembro de su cuerpo estuviese siendo arrancado. Eso significa que la felicidad y la infelicidad son en verdad, una sola cosa. Solamente la ilusión del tiempo los separa.

          En cuanto la mente juzgue una circunstancia cualquiera como “buena”, sea esta: su cargo actual, papel social, una propiedad, sus relaciones, un lugar o nuestro propio cuerpo físico;  la mente se apegará e identificará con ella. Eso le hará sentirse bien en relación a sí mismo y puede tornarse parte de quien es Ud. o piensa que es.

         Pero nada dura mucho en esa dimensión, donde las marcas del tiempo y el óxido devoran todo. Todo acaba o se transforma: la misma condición que era buena en el pasado, de repente se vuelve ruin en la actualidad. La misma condición que le hacía feliz, ahora le hace infeliz. La prosperidad de hoy se torna en el consumismo vacío del mañana. El casamiento feliz y la luna de miel se transforman en divorcio infeliz o en una convivencia infeliz.

          Lo mismo sucede con nuestras relaciones de pareja, amigos, familiares y otros, donde a menos que no acceda a la frecuencia consciente de  su propia presencia, todas sus relaciones, especialmente las más íntimas, van a presentar defectos profundos. Durante un buen tiempo, pueden dar la impresión  de ser perfectos, como cuando estamos apasionados. Pero invariablemente, esa aparente perfección  acaba destruida por discusiones, conflictos, insatisfacciones, que van  hasta la violencia física y emocional con mayor frecuencia.

        Si en sus relaciones personales Ud. experimentó tanto el “amor” como su opuesto – la agresión y violencia, etc.- sea sincero en reconocerlo. Entonces, es probable que Ud. este confundiendo la dependencia y el apego del ego  con el AMOR. No se puede amar a alguien en un momento y atacar a esa misma persona en el momento siguiente. El verdadero amor no tiene opuesto. Si su “amor” tiene opuesto, entonces no es amor, pero sí una gran necesidad de su ego de obtener un sentido más profundo y mas completo que el de su propio YO interior, una necesidad que la otra persona llena temporalmente.

         Ante todo este panorama cotidiano  de nuestra sociedad, donde la frustración, depresión, dolor y sufrimiento que nuestra propia mente  crea, a través del ego, que se coloca al comando de nuestro SER, existen buenas noticias de sanación, para transformar todo ese dolor y sufrimiento en Iluminación siguiendo una práctica espiritual.

           La entrega es la aceptación interior de aquello que ES, sin ninguna condición. Estamos hablando de su VIDA, en este momento y no sobre las condiciones o circunstancias de su vida, no de aquello que se llama situación de vida.

        El dolor y sufrimiento son parte de nuestra situación de vida, la misma que tiene un pasado y un futuro. El pasado y el futuro forman un continuo sin interrupción, a menos que el poder redentor del Ahora sea activado, a través de nuestra Presencia consciente. Como Ud. sabe debajo de las diversas condiciones que constituyen nuestra situación de vida que existen en el tiempo, hay algo más profundo, más esencial: Su Vida, su propio Ser dentro del eterno Ahora.

       La iluminación, escogida conscientemente significa abandonar nuestros apegos al pasado, al futuro, a las formas y hacer del Ahora el punto principal de nuestra vida, así de simple. Significa escoger permanentemente el estado de PRESENCIA y no del tiempo. Significa decir si, a aquello que ES. Ud. no necesita sufrir más. ¿Cuánto tiempo más necesita Ud. para escoger entre el tiempo y el Ahora?


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