Cuando nos rendimos a
aquello que ES, volvemos a estar enteramente presentes, el pasado o futuro dejan
de tener algún tipo de fuerza. La región del SER, que había sido cubierta por
la mente, se abre. De repente surge una gran serenidad dentro de Ud., una
inmensa sensación de paz. Y dentro de esa sensación de Paz eterna existe una
gran alegría. Y dentro de esa alegría existe amor. Y allí en el fondo está lo
sagrado, lo inmensurable, lo que no puede ser nombrado ni descrito. Dios.
En nuestras vidas,
inevitablemente existen ciclos de éxito, cuando todo va muy bien a pedido de
boca, pero también existen ciclos de fracaso y pérdidas, cuando los
acontecimientos no tienen buenos resultados, conforme lo deseamos. Tenemos que
permitir que ambos ciclos acontezcan y
terminen, dando espacio para que nuevas cosas sucedan o se transformen.
Si nos apegamos a las
situaciones actuales y ofrecemos resistencia a los acontecimientos, significa
que estamos recusándonos a acompañar el flujo natural de la vida. Es necesario
que las cosas acaben, para que nuevas cosas se manifiesten. Un ciclo no puede
existir sin el otro. El ciclo descendente es absolutamente esencial para su
realización espiritual. Ud. tiene que haber cometido un grave error, o pasado
por alguna pérdida profunda, o por algún sufrimiento para ser conducido casi que por fuerza a la dimensión
espiritual. O tal vez su éxito inicial en la vida se volvió vacío
y sin sentido, transformándose en un fracaso.
El fracaso está siempre
embutido en el éxito, así como el éxito está siempre encubierto por el fracaso.
En el mundo de las “formas”, todas las personas “fracasan” más temprano o más
tarde, y toda conquista termina en derrota. Todas las formas son temporales.
La mente no consigue
aceptar cuando una situación a la cual se apegó cambia o desaparece. Ella va a
resistir al cambio. Es casi como si un miembro de su cuerpo estuviese siendo
arrancado. Eso significa que la felicidad y la infelicidad son en verdad, una
sola cosa. Solamente la ilusión del tiempo los separa.
En cuanto la mente juzgue
una circunstancia cualquiera como “buena”, sea esta: su cargo actual, papel
social, una propiedad, sus relaciones, un lugar o nuestro propio cuerpo
físico; la mente se apegará e
identificará con ella. Eso le hará sentirse bien en relación a sí mismo y puede
tornarse parte de quien es Ud. o piensa que es.
Pero nada dura mucho en esa
dimensión, donde las marcas del tiempo y el óxido devoran todo. Todo acaba o se
transforma: la misma condición que era buena en el pasado, de repente se vuelve
ruin en la actualidad. La misma condición que le hacía feliz, ahora le hace
infeliz. La prosperidad de hoy se torna en el consumismo vacío del mañana. El
casamiento feliz y la luna de miel se transforman en divorcio infeliz o en una
convivencia infeliz.
Lo mismo sucede con
nuestras relaciones de pareja, amigos, familiares y otros, donde a menos que no
acceda a la frecuencia consciente de su
propia presencia, todas sus relaciones, especialmente las más íntimas, van a
presentar defectos profundos. Durante un buen tiempo, pueden dar la
impresión de ser perfectos, como cuando
estamos apasionados. Pero invariablemente, esa aparente perfección acaba destruida por discusiones, conflictos,
insatisfacciones, que van hasta la
violencia física y emocional con mayor frecuencia.
Si en sus relaciones
personales Ud. experimentó tanto el “amor” como su opuesto – la agresión y
violencia, etc.- sea sincero en reconocerlo. Entonces, es probable que Ud. este
confundiendo la dependencia y el apego del ego
con el AMOR. No se puede amar a alguien en un momento y atacar a esa
misma persona en el momento siguiente. El verdadero amor no tiene opuesto. Si su
“amor” tiene opuesto, entonces no es amor, pero sí una gran necesidad de su ego
de obtener un sentido más profundo y mas completo que el de su propio YO
interior, una necesidad que la otra persona llena temporalmente.
Ante todo este panorama
cotidiano de nuestra sociedad, donde la
frustración, depresión, dolor y sufrimiento que nuestra propia mente crea, a través del ego, que se coloca al
comando de nuestro SER, existen buenas noticias de sanación, para transformar
todo ese dolor y sufrimiento en Iluminación siguiendo una práctica espiritual.
La entrega es la aceptación interior de
aquello que ES, sin ninguna condición. Estamos hablando de su VIDA, en este
momento y no sobre las condiciones o circunstancias de su vida, no de aquello
que se llama situación de vida.
El dolor y sufrimiento son
parte de nuestra situación de vida, la misma que tiene un pasado y un futuro.
El pasado y el futuro forman un continuo sin interrupción, a menos que el poder
redentor del Ahora sea activado, a
través de nuestra Presencia consciente. Como Ud. sabe debajo de las diversas
condiciones que constituyen nuestra situación de vida que existen en el tiempo,
hay algo más profundo, más esencial: Su Vida, su propio Ser dentro del eterno
Ahora.
La iluminación, escogida
conscientemente significa abandonar nuestros apegos al pasado, al futuro, a las formas y
hacer del Ahora el punto principal de nuestra vida, así de simple. Significa escoger
permanentemente el estado de PRESENCIA y no del tiempo. Significa decir si, a
aquello que ES. Ud. no necesita sufrir más. ¿Cuánto tiempo más necesita Ud.
para escoger entre el tiempo y el Ahora?
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